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Foto do escritorNathalie Durel

LAS PERSONALIDADES BORDERLAND




Las personalidades Borderland (fronterizas) son poco conocidas en el mundo académico, la verdad es que casi nadie las conoce y en la mayoría de los casos se confunden con las personalidades Borders - en Castellano - trastorno límite de la personalidad afección mental que se caracteriza por un patrón continuo de estados de ánimo, autoimagen y comportamientos inestables. Estos síntomas a menudo resultan en acciones impulsivas y problemas en las relaciones con otras personas, miedo intenso de ser abandonado, intolerancia a la soledad, sentimientos de vacío y aburrimiento, manifestaciones de ira inapropiada, impulsividad, como con el consumo de sustancias o las relaciones sexuales....)

A lo largo de mi práctica como terapeuta empecé a ver pacientes con síntomas de alguna forma parecidos pero sabía yo que no era trastorno límite de la personalidad aunque a veces me hacían sentir algo parecido. Dejo aquí algunos síntomas: se sentían a margen de la sociedad, aunque tenían trabajo, vivían aparentemente como la mayoría de la gente, pero no presentaban un cuadro sociópatas. Tenían una "sensibilidad a la flor de la piel", incluyendo algunos tenían almas de artistas. Otros tenían actividades en el ámbito de la solidaridad y la entreayuda. La capacidad empática que poseían hacía sus relaciones nunca era satisfactoria, lo que me llevaba a diagnosticar un perfil "codependiente"; algunos incluso consumían alcohol o drogas. Todos llevaban muchos años luchando contra una tendencia depresiva que a veces incluso se consolidaba en una depresión transitoria pero nunca cabía en el perfil psicopatológico de una depresión psicótica o endógena. Finalmente, todos tenían un amor desenfrenado por los animales o/y la naturaleza en general (la mayoría era vegetariano y/u vegan), no soportando en absoluto que sean maltratados. 

Mientras tanto, empecé también a darme cuenta que yo tenia en mi ser "cosas similares", principalmente un dolor muy profundo relacionado con el maltrato animal que en ciertos momentos me impedía de vivir de forma harmoniosa. Paso a contar aquí mi experiencia que escribí en mi libro "Los caballos terapeutas" (en los idiomas Portugués y Inglés)


[..... Mi dificultad, cada vez más, para "ajustarme" a una sociedad sin sentido para mí, tuvo como repercusión buscar cada vez más la compañía de animales, huyendo de las personas, lo que podría parecer paradójico porque soy terapeuta. Sentí cada vez más el profundo dolor de los animales del planeta y, a decir verdad, también el de los humanos. Con el paso de los años, había llegado al punto de no poder escuchar los gañidos de un perro o el maullido angustiado de un gato, estos sonidos me entraban como agresiones físicas llevándome a sentir sus dolores. Me tapaba los oídos, me encogía y lloraba. Tampoco pude ver imágenes de animales sufriendo, en internet o en la televisión, mi reacción en este caso fue de una rabia casi "descontrolada". Me había vuelto muy solitario y pensaba que era un ser aparte. Mis intentos de compartir este dolor con los que me rodeaban no habían sido buenos, en la mayoría de los casos fui juzgado como un ser débil, extraño e incluso poco saludable. Me encontraba sola con mi dolor. Cuando finalmente, hace unos años, leí una encuesta realizada por un psicólogo de orientación junguiana de los Estados Unidos, fue una auténtica revelación. En su obra Living in the bordeland, Jérôme S. Bernstein describe la aparición de un nuevo "tipo de personas" a las que llama "seres fronterizos". 


Este "hallazgo" fue para mí, una auténtica bendición, finalmente había encontrado a alguien, que al otro lado del mundo, que no solo entendía mi estado, sino que también era un psicoterapeuta como yo y había observado varios casos similares. ¡No estaba loca! A lo largo de su experiencia como terapeuta en el consultorio (y no solo como veremos más adelante), Bernstein comenzó a observar síntomas y comportamientos en algunos pacientes que lo llevaron a hacerse ciertas preguntas, especialmente con el caso de la paciente Hannah, con dificultad para sentir la diferencia entre su dolor y el de los demás, a saber, el de los animales. Su capacidad empática estaba fuera de control, vivía en una pesadilla constante. Su suerte fue haber encontrado a este terapeuta, del foro junguiano, que había trabajado durante muchos años en la reintegración en la sociedad americana de los indios Hopi. Su formación Junguiana le había dado una apertura excepcional para comprender diferentes culturas y aprovechar este aprendizaje, para realizar este sentimiento que de alguna manera nos une a todos a través del inconsciente colectivo, la base de nuestra psique, como hemos visto antes. Os dejo aquí la frase de J. Bernstein con la que comienza su libro:"Vemos y oímos lo que estamos preparados para lograr". Durante las sesiones con Hannah, notó su visión del mundo, similar a la de los indios Hopi, llegando así a la conclusión de que los pueblos tribales y otras personas, a quienes llegó a llamar borderland y no borderline, tienen una característica común: tienen una conexión psíquica con la naturaleza. Hemos recordado este vínculo especial en el animismo del que he hablado antes. Esta religión prehistórica, a la que todavía estamos conectados por el inconsciente colectivo, nos permite mantenernos conectados a una conciencia ecológica, la película de James Cameron "Avatar"explica esta conexión de una manera espectacular. Este cineasta llevo meses conviviendo con tribus que aún viven cerca de la naturaleza, en el Amazonas o Nueva Zelanda. Esta película apunta a una reflexión sobre el hecho de que todos estamos conectados: los seres humanos, la naturaleza y todos los demás seres en el planeta Tierra. La diferencia es que los miembros de una tribu se insertan dentro de una cultura que los entiende, por otro lado, las personas con personalidad fronteriza, son vistas como seres no adaptados debido a su hipersensibilidad que no "encaja", en una supuesta buena salud mental, según los parámetros de la sociedad en la que vivimos. 


Jung dijo: "Ser normal es el objetivo de los fracasados". Y el sabio Krishnamurti: "No es un signo de salud estar bien adaptado a una sociedad enferma" Leer este libro fue, para mí, una auténtica revelación. Toda mi lucha por crear un espacio que fuera como una "isla" en la que animales y humanos pudieran vivir esta empatía, ahora tenía sentido. Mi sueño supuestamente utópico para muchas personas tenía una razón de ser. Y era necesario. Cuando entonces comencé a leer el pasaje en el que Bernstein explica que en su opinión, los seres humanos con esta estructura de personalidad, estarían apareciendo en nuestro planeta como una respuesta evolutiva, de la que podría depender la supervivencia de la especie y por supuesto, de nuestro planeta, todo para mí quedó claro. Aunque pensé esta idea francamente audaz, había algo en mí que no me sorprendió, a decir verdad, todo parecía muy obvio y plausible. Para él, la personalidad límite es: "(un ser que habita) un espacio psíquico en el que el Ego, occidental demasiado especializado y racional, se encuentra reconectándose con la Naturaleza... Estas personas están en la primera línea para recibir nuevas formas psíquicas que afectan la psique occidental. Sienten las tensiones resultantes de este nuevo material psíquico que se reconecta con un Ego que resiste y, en consecuencia, se siente amenazado". Con estas palabras, todo comenzó a tener sentido para mí, todo lo que había sentido y experimentado en mi infancia, incluidos esos sueños sobre los indios a caballo, ganó sentido cuando los conecté con esta fascinante obra. El inconsciente colectivo estaba "actuando" dentro de una congruencia muy vívida con la evolución y supervivencia de todos los seres de nuestro planeta, no sólo para el ser humano paralizado en un antropocentrismo estéril, sino para una conciencia ecológica de todos. ¡Fue extraordinario!


Mientras tanto, busqué más información sobre este tema, y descubrí que el Sr. Bernstein había tenido la gran idea de poner un cuestionario al final de su libro, permitiendo a las personas sentirse con este perfil, compartir su experiencia para que pudiera continuar con su investigación. Recibió cientos de respuestas, las analizó, y así pudo confirmar que Hannah no era la única. De hecho, hay cientos de Hannahs en el mundo. Yo también soy uno de ellos. Mientras investigaba sobre este tema, descubrí esta frase del gran bailarín y coreógrafo Vaslav Nijinski (1889-1950). "No como carne porque he visto ovejas y cerdos siendo asesinados. Vi y sentí el dolor de estos animales. Sienten la proximidad de la muerte. No podía soportar la escena. Lloré como un niño. Corrí a la cima de la colina y apenas podía respirar... Me sentí asfixiado... Sentí la muerte del carnero". Pocas personas saben que él, en ese momento, fue diagnosticado con esquizofrenia. Me pregunto hasta qué punto fue, o si no habría una estructura límite en ella, no entendida por los médicos. La capacidad del gran Nijinski para sentir y expresar sus sentimientos a través del movimiento lo convirtió en un genio del mundo de la danza. No me sorprendería si no se entendiera adecuadamente cuando esas emociones se volvieron abrumadoras. También creo que es importante compartir aquí, habiendo entendido que no era un ser extraño, y que mi forma de ser podría incluso ayudar a cambiar la humanidad (aunque obviamente dentro de mis limitaciones), mis sentimientos empáticos por los animales han aumentado. Aunque el dolor sea el mismo y a veces todavía, no me deja dormir, dejé de sentirme impotente porque ahora sé que mi aporte, por mínimo que sea, me permitirá cambiar algunas cosas. Estoy en paz!


 Mahatma Gandhi dijo: "La grandeza de una nación puede ser juzgada por la forma en que sus animales son tratados... No creo que la vida de un animal sea menos importante que la de un ser humano".



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